Una mujer admirable de este lado del mundo

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En conmemoración del día Internacional de la Mujer, quiero compartir con ustedes una historia de una mujer que desde el silencio y la vocación social trabaja día a día por nuestros paisanos y no paisanos.

Ella es dominicana, la conocí una tarde que fui a su casa a buscar unas ayudas para terminar de hacer unas cajas de navidad para repartir a la comunidad dominicana residente en Madrid.

Llegué a su casa con un hambre impresionante, eran las 5 de la tarde y no había en mi estómago comida alguna porque no me había dado tiempo. Ella me miró y vio el hambre reflejada en mis ojos. ¡Sin preguntar se puso a prepararme unos fritos con salami y que ricos estaban!! Que bien me sentaron, gracias, porque me dio de comer sin conocerme.

Me fui de su casa con la sensación de amparo, de gratitud, con lo que fui a buscar y sobre todo con fuerzas porque teníamos un día muy largo que terminar, pero ya con algo en el estómago. Luego de ese día, las veces que la he vuelto a ver ha sido siempre en actividades sociales y comunitarias.

Desde la distancia veo una mujer que se entrega a ayudar a todo aquel que le pide ayuda, a que, si ve a alguien con hambre, si tiene que dar su plato de comida lo da desde el corazón, como lo hizo conmigo; y si no tiene ella qué comer, no pasa nada, mañana será otro día. Me enteré por unas monjas que es una mujer que todo lo que le llega a la mano lo regala al más necesitado, al primero que le pide ayuda o al primero que llegue a su casa.

Ella llegó aquí en los tiempos de Lucrecia, donde se discriminaba y los extranjeros no podían ni alquilar un piso y algunas veces dormían en el metro. Tiempos duros que la podían convertir en una mujer rencorosa, hostil, racista; pero no, todo lo contrario. Es sin duda, una referente desde el silencio, porque lo que vi ese día y lo que sentí, lo hace de corazón y no lo publica para reconocimiento público. Por eso hoy quiero darle las gracias públicamente por la labor que siempre ha realizado, por darme un plato de comida cuando lo necesité, sé que sigue trabajando por el bienestar común desde del corazón, y sólo quiero decirle muchas gracias doña Ana Dominga Eusebio, la de Legazpi, gracias infinitas.

Muchas felicidades a todas esas mujeres que desde el silencio hacen honor a nuestro género y que su compromiso social corre por sus venas.

Felicidades mujeres.

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