Informe mundial sobre las crisis alimentarias advierte de que la inseguridad alimentaria alcanza su nivel más alto en cinco años

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BRUSELAS/ROMA– Un informe anual presentado por la Red mundial contra la crisis alimentaria, una alianza internacional de las Naciones Unidas , la Unión Europea, organismos gubernamentales y no gubernamentales que trabaja para hacer frente a las crisis alimentarias en el mundo, reveló que, el número de personas que sufre inseguridad alimentaria aguda y necesita asistencia urgente para salvar su vida y salvaguardar sus medios de subsistencia alcanzó en 2020 su nivel más alto en cinco años en los países aquejados por crisis alimentarias.

La seria advertencia formulada en el Informe mundial de 2021 pone de manifiesto que los conflictos o las conmociones económicas, a menudo relacionadas con la enfermedad por coronavirus (COVID-19) junto con las condiciones meteorológicas extremas, siguen abocando a millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda.

Entre las principales conclusiones del referido informen se revela que al menos 155 millones de personas se encontraban en contextos de crisis con una inseguridad alimentaria aguda o en situaciones peores en 55 países o territorios en 2020, un aumento de alrededor de 20 millones de personas respecto del año anterior y se advierte seriamente de una tendencia preocupante, la inseguridad alimentaria aguda lleva aumentando de forma incesante desde 2017, año de la primera edición del informe.

Africa sigue siendo el continente más afectado por esta crisis alimentaria aguda. Cerca de 98 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda en 2020, dos de cada tres, vivían en el continente. Pero tampoco se han librado otras partes del mundo, como el Yemen, Afganistán, la República Árabe Siria y Haití, que se encontraban entre los diez países que sufrieron la peor crisis alimentaria el año pasado.

De dichas personas, en torno a 133 000 habían alcanzado en 2020 la fase más grave de inseguridad alimentaria aguda, la fase de catástrofe (Fase 5 de la CIF/CH), en Burkina Faso, Sudán del Sur y el Yemen, donde fue preciso actuar urgentemente para evitar la muerte generalizada y el colapso de los medios de vida.

Al menos otros 28 millones de personas se enfrentaron a niveles de emergencia (Fase 4 de la CIF/CH) de inseguridad alimentaria aguda en 2020, lo que significa que se encontraban a un paso de la inanición, en 38 países o territorios donde la intervención urgente salvó vidas y salvaguardó los medios de subsistencia, además de evitar que la hambruna se propagase.

Treinta y nueve países y territorios han padecido crisis alimentarias durante los cinco años que la Red mundial contra las crisis alimentarias ha venido publicando su informe anual; en esos países o territorios, la población afectada por altos niveles de inseguridad alimentaria aguda (Fases 3 a 5 de la CIF/CH) aumentó de 94 millones a 147 millones entre 2016 y 2020.

Además, en los 55 países y territorios con crisis alimentaria que abarca el informe, más de 75 millones de niños menores de cinco años sufrían retraso del crecimiento (eran demasiado bajos) y más de 15 millones, emaciación (estaban demasiado delgados) en 2020.

Africa sigue siendo el continente más afectado por esta crisis alimentaria aguda. Cerca de 98 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda en 2020, dos de cada tres, vivían en el continente. Pero tampoco se han librado otras partes del mundo, como el Yemen, Afganistán, la República Árabe Siria y Haití, que se encontraban entre los diez países que sufrieron la peor crisis alimentaria el año pasado.

Si bien en 2021 los conflictos siguen siendo la principal causa de las crisis alimentarias, la COVID-19 y las medidas de contención de la enfermedad, así como los fenómenos meteorológicos extremos, continuarán exacerbando la inseguridad alimentaria aguda en las economías más frágiles del planeta.

El informe publicado el pasado miércoles, explica que entre las principales causas subyacente de las crecientes inseguridad alimentaria aguda de 2020 figuran, los conflictos (principal factor que abocó a casi 100 millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda, respecto de los 77 millones de 2019); las conmociones económicas, a menudo debido a la COVID-19, ocuparon el lugar de los fenómenos meteorológicos como segunda causa de inseguridad alimentaria aguda en cuanto a número de personas y de países afectados (más de 40 millones de personas en 17 países o territorios, respecto de los 24 millones de personas y los ocho países de 2019). También las condiciones meteorológicas extremas (más de 15 millones de personas, respecto de 34 millones).

Si bien en 2021 los conflictos siguen siendo la principal causa de las crisis alimentarias, la COVID-19 y las medidas de contención de la enfermedad, así como los fenómenos meteorológicos extremos, continuarán exacerbando la inseguridad alimentaria aguda en las economías más frágiles del planeta.

Declaración de la Red mundial contra las crisis alimentarias

“Un año después de que se declarase la pandemia de la COVID-19, las perspectivas para 2021 y posteriormente son sombrías. Los conflictos, las restricciones impuestas a raíz de la pandemia que han exacerbado las penurias económicas y la amenaza persistente de condiciones atmosféricas adversas probablemente sigan desencadenando crisis alimentarias”, afirmaron la UE, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, miembros fundadores de la Red mundial, junto con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en la declaración que publicaron con el informe.

“La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema alimentario mundial y la necesidad de sistemas más equitativos, sostenibles y resilientes para alimentar de forma nutritiva y sistemática a 8 500 millones de personas para 2030. Es necesaria una transformación radical de nuestros sistemas agroalimentarios a fin de lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.

“El carácter prolongado de la mayoría de las crisis alimentarias indica que las tendencias medioambientales, sociales y económicas a largo plazo agravadas por los crecientes conflictos y la inseguridad están menoscabando la resiliencia de los sistemas agroalimentarios. Si las tendencias actuales no se revierten, la frecuencia y la gravedad de las crisis alimentarias se incrementarán”, señalan.

Hay que combatir el hambre y los conflictos juntos para resolver cada uno de estos problemas.

Para abordar esos desafíos, la Red mundial redoblará los esfuerzos para promover los sistemas agroalimentarios resilientes que sean sostenibles desde el punto de vista social, medioambiental y económico y apoyará grandes eventos este año, tales como la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Cumbre del Grupo de los Veinte (G-20), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y la Cumbre sobre Nutrición para el crecimiento. Asimismo, cooperará con la iniciativa del Grupo de los Siete (G-7) para evitar la hambruna. La Red mundial hace hincapié en la necesidad de actuar urgentemente y con decisión y pide a la comunidad internacional que se movilice contra el hambre.

Mensaje del Secretario General de las Naciones Unidas

“Los conflictos y el hambre se refuerzan mutuamente. Hemos de combatir el hambre y los conflictos juntos para resolver cada uno de estos problemas…Debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para terminar con este círculo vicioso. La lucha contra el hambre es uno de los fundamentos de la estabilidad y la paz”, indicó António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, en el prólogo del informe.

En marzo de 2021, Guterres constituyó un Equipo de tareas de alto nivel para la prevención de la hambruna, dirigido por el Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas, Mark Lowcock, junto con la FAO y el PMA y con la ayuda de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) y otros organismos de las Naciones Unidas, así como asociados de organizaciones no gubernamentales (ONG). El equipo de tareas tiene por objeto llamar la atención a alto nivel y de forma coordinada sobre la prevención de las hambrunas y movilizar apoyo para los países más afectados.

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