Amor, educación y tiempo

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Cuando decidimos traer a nuestros hijos e hijas al país que hemos decidido emigrar, por la razón que sea, debemos tener en cuenta varias cuestiones importantes. La primera, quien va a acompañar a ese niño o adolescente que deja sus raíces y viene a integrarse en un destino nuevo y desconocido.

Las madres que emigramos a otros países debemos saber que no se trata sólo de tener a los hijos cerca. No, es mucho más que eso. A ellos les embarga el sentimiento de la nostalgia, de la ausencia repentina de sus raíces, de descubrir y no saber cómo, el nuevo entorno que los rodea y ahí es donde los padres debemos proveer de compañía, de tiempo bueno, de educación y sobre todo de mucho amor y comunicación.

Si no está completamente consciente y segura de que no le va a dar a tus hijos eso, entonces, es mejor dejarlo al lado de los abuelos, o tíos con quien los hemos dejado en su país de origen e ir a verlos con frecuencia, ya que es muy lamentable el camino que muchos, no todos, suelen elegir, generalmente, por la soledad que padecen, por necesidad de tener amigos, de ser aceptados, acceden, muchas veces sin darse cuenta, en grupos o bandas que les ofrecen de todo, menos el futuro que queríamos para ellos.

Recientemente, en Madrid, vimos cómo, de nuevo, unas peleas callejeras entre bandas latinas, donde entre sus integrantes hay jóvenes dominicanos,  han dejado dos víctima mortales y cómo también la policía española en amplia operación, después de estos hechos, han desarticulado una banda de las citadas con el resultado de 13 personas detenidas y enviadas a prisión.

Vuelvo al inicio, cuando traemos a nuestros hijos a otros países, incluso en el nuestro, pero sobre todo cuando lo sacamos de su zona de confort, hay que dedicarle nuestro mejor tiempo, darle todo nuestro amor, comprensión, tener una constante comunicación con ellos o ellas, y buscar o descubrir sus intereses e insistir en que se formen para ser parte del engranaje laboral del país de acogida.

Eso es lo que queremos todas las madres o padres que deciden traer a sus hijos y que por falta de tiempo para ellos, por culpa de las prisas, los trabajos, quitamos ese rato que para los niños y jóvenes es imprescindible, dejando que sea la calle, la que les acoja de la manera que sea y ahí, ahí radica el principal problema.

Las madres y los padres, no queremos que nuestros hijos se integren a bandas y se aniquilen entre ellos mismos. No queremos que el nombre de nuestro país aparezca en las noticias con informaciones como las acaecidas recientemente, porque con ello se opaca a todo un colectivo dominicano que trabaja, que emprende, que quiere superarse y ser parte del desarrollo económico del país de acogida y de su país de origen, que son la gran mayoría.

Es nuestro trabajo, buscar la forma de cómo los hijos no caigan en esa trampa, en nuestras manos está guiar su camino de la mejor manera, con educación, compañía, orientación y sobre todo con mucho amor y comprensión. Es la única forma de lograrlo, no hay otra y mientras no nos enfoquemos en ellos, estas noticias van a continuar, lamentablemente.

Podríamos también hacer un llamado a las autoridades que nos representan para que desde las oficinas de los consulados o embajadas se creen talleres o actividades que integren y animen a los jóvenes a participar para ofrecerles orientación y compañía mientras, sus padres trabajan. Colaborar con la conciliación laboral de las familias dominicanas en los países de acogida. Es una tarea pendiente de nuestros representantes diplomáticos que todavía no se pone en marcha. Confiamos en que se trabaje en ello.

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