Los tres rostros de Doris Ovalle

Pinterest LinkedIn Tumblr +

Desde la última vez que, personalmente la vi, las manecillas del reloj siguieron las pautas del tiempo con el orden natural que implica el transcurrir en una sala de redacción. Contengo el recuerdo de unos ojos almendrados e intuitivos, los que fijaban su atención a la pantalla, que hoy interpretaríamos como anticuada de un monitor de principios del año 2000, en la que ella murmuraba algo, como si hablara consigo misma.

Ese día estaba absolutamente concentrada redactando una crónica sobre la vida y obra de la artista plástica Elsa Núñez. Cómo olvidar aquel trabajo especial, publicado en la sección de Revista del periódico Hoy, donde ambas, laborábamos, aunque en distintos departamentos, y que, según ella nos cuenta, fue el lugar clave como medio de comunicación escrito, donde pudo desarrollar sus  aptitudes teniendo completa libertad de expresión, donde tomó, grado a grado, la iniciativa de hacer trabajos especiales, de índole social , donde el tema de la pobreza, el desamparo sanitario y la educación eran y siguen siendo en nuestro país, el plato fuerte de cada día.

Sin embargo, no puede afirmar lo mismo de los medios de comunicación local de la actualidad puesto que los periodistas de  esta generación, según nos dice, aunque estén debidamente preparados, porque cuentan con una buena herramienta tecnológica, no pueden expresar la realidad que vive el país con transparencia completa en virtud de que la mayoría de los medios: radiales, escritos, televisivos,  responden a  intereses vinculados con la política y los gobiernos de turno, lo que, eventualmente, en su caso, laborando para otros medios, a ella le provocó cierta decepción  aquella especie de “cápsula informativa” donde te habituabas a hacer lo mismo todos los días, pues  hubo un momento en que se sintió estancada, asfixiada,  asegura, además de la ola de despidos masivos en un momento agudo de la económica dominicana que alteraron en cierta forma su estabilidad como asalariada y por eso, declinó el oficio.

Retomando el tema, sumaba a su repertorio, reportajes y perfiles que construía sobre intelectuales y pintores trascendentes, entre ellos el inmortal Cuquito Peña, lo que la hace, viendo a distancia aquel período de mocedad, sentir un profundo agradecimiento al medio que la apoyó en esa primera e importante etapa de su vida como profesional.

Aquel escrito tan exquisito, donde visualizaba a Elsa Núñez dibujando a sus mujeres manieristas, como en Italia lo hiciera Modigliani, describiéndola como a una maja de grandes ojos y mirar enigmático, definitivamente me cautivó.

Desde ese instante nació mi admiración hacia la periodista soñadora y honesta en cuanto a lo que, debía ser su convicción ante la objetividad, siendo, a modo de verla, una intelectual.  Ahora, a casi veinte años de separación física, descubro, a través de la tecnología y el acercamiento virtual, que mantiene intacta esa belleza sosegada, misma de aquellas mujeres que pueden hablar de todo un poco, saliendo del convencional patrón.

Describir a Doris Ovalle es como remontarse a las silvestres amapolas, tan amarillas, libres y puras como el sol saliente de República Dominicana, que en medio de una llanura llevan una larga existencia muriendo y naciendo de nuevo, perfumando el ambiente donde tienen ancladas sus raíces, a veces, bordeado por flamboyanes y montañas que al mirarlas de lejos parecen juntarse con el cielo.

Detrás del escenario, hace unos años, en Sevilla, Junto a Naima Mar

Extendiendo este preámbulo podría, también, deducir, que ella sería la encarnación perfecta de una dama de los años veinte, envuelta en un traje de muselina con zapatitos de charol, un largo collar de perlas que mueven sus bolas al tono de unas pisadas firmes, y la cabellera negra, recogida con dos peinetas doradas cubiertas de plumas, con esa sonrisa aniñada que la caracteriza, lista para el Charleston. Pero, ante estos puntuales calificativos, mejor decimos que es Doris Ovalle, la maga dominicana de Julio Cortázar, que salió de aquel libro por instinto peregrino, cruzó el océano Atlántico y se internó en otras tierras  para construir su propia novela,  en cuyas páginas  vive el interés maníaco, podríamos apuntar, por absorber  todo cuanto se pueda sobre los espacios, la gente, las plantas, los animales: la vida.

Actualmente, la acción altruista con animales callejeros, abandonados y maltratados, producto de la crueldad de nosotros, los humanos, forma parte esencial de su vida en casi todo el tiempo que lleva residiendo en España. Los que recoge, si su estado es emergente, cuida y alimenta con desenfado y abnegación hasta encontrarles, tocando puertas, un definitivo hogar. Pero, se preguntarán, receptores de este perfil, ¿Quién es en realidad Doris Ovalle? Es una orgullosa santiaguera, que vino muy pequeña a la capital de Santo Domingo con su abuela materna, doña Delia. Ustedes, entre tanto, podrían seguir cuestionando mi idílica presentación.

Diríamos que para escribir sobre esta mujer emprendedora en lo profesional y ocultamente sensible en lo personal, quedamos satisfechos con estas palabras cargadas de fundamento, que empleamos para ella en nuestra introducción, pues, desde nuestra visión, mejor sobresalir por lo que haces sin decir que sobresales, que sobresalir por lo que no haces y de esos, está lleno el mundo. Pasamos la existencia sin reconocer que, aunque no seamos famosos adinerados, somos grandes por el solo hecho de existir siendo diferentes por ver el entorno con diafanidad, y en Doris Ovalle se cumple, a la perfección, este enunciado.

Intensa, consciente, es este singular ser humano que vive desde hace un buen tiempo en España, ya lo dijimos, donde le dio un giro considerable a su vida que implicó dejar en reposo el periodismo para hurgar otras formas de su yo. Primero, vivió en Italia, donde nos cuenta lo mucho que tomó de su cultura, su gastronomía, sus cantantes y literatura (Domenico Modugno, Rita Pavone, Adriano Celentano, Vasco Rosi y la escritora Elena Ferrante). Quería explorar una parte del mundo, de la historia, geografía, de perderse con la gente que no habla su idioma, y así lo hizo mientras estuvo en esa gran metrópolis de bohemios, empresarios, emprendedores, donde nunca sintió, aclara, discriminación.

Junto a José Carreño, su pareja

Y, posteriormente, se va de Italia y llega a España, donde conoce a José, el amor de su vida, con quien se casa y comparte sus días desde hace catorce años haciendo lo que le gusta: caminar, bailar, escuchar a Joan Manuel Serrat, a Victor Manuel, Ana Belén y Eva Amaral, una cantautora contemporánea que está entre sus artistas favoritos.

La comunicadora Doris Ovalle con uno de sus gatos. Colabora con varias fundaciones en Madrid en el rescate de animales callejeros

Ama cuidar a sus gatos adoptados que se llaman: Horus, Nefer, Isis, Apis y Tigris.  La emociona ver la tele, cocinar, leer a Rosa Montero, a Nacho Carretero, Almudena Grandes, Carlos Ruiz Zafón, Matilde Asensi y otros que conforman la nueva era de jóvenes literatos.

Por lo demás, la Doris mujer, reitera no arrepentirse de los pasos que ha dado, porque cada uno le ha mostrado una manera de evolucionar, asumiendo completa integración en cada faceta de esta tercera dimensión a la que venimos, indudablemente, a cumplir con una misión experimental, lo difícil es, según nuestro parecer, descubrir cuál, y ella, a lo mejor, dentro de su despertar, logró ese hallazgo.

Lo que complementa nuestra teoría de que siendo una mujer aventurera, polifacética, prueba que la vida se puede vivir desde varios ángulos, tratando siempre de superar una etapa con la otra sin lastimar, u ofender lo menos posible, pero sobre todo, aprender a resistir, ser perseverante en los momentos de mayor crisis existencial, permitiendo que las cosas fluyan, que es lo que, generalmente, no ocurre con la mayoría de inmigrantes que creen ver morir sus sueños “al pisar el primer charco”.

Y en esta etapa de madurez, Doris Ovalle entiende que aún le falta mucho por aprender de España y de los españoles, aludiendo que no está preparada para definitivamente marcharse de allí, pues es un país que cuida a su gente, brinda seguridad sanitaria sin tener tus documentos al día, señala.

Doris Ovalle imparte clases online de Bollywood

España también garantiza buenos programas educativos a los jóvenes y facilidad en el transporte. Aunque no descarta, y prefiere no pensar demasiado en el futuro, en irse de la ciudad y refugiarse, ya en su vejez, en alguna cabaña cerca del mar y de las montañas que ofrece su país natal.  Mientras tanto, elige vivir su día a día, y como de alguna manera hay que sobrevivir pagando impuestos entre otras cuentas, aprovecha sus conocimientos sobre el Bollywood (danza que nace en el Oriente de la India) y el Belly dance, (danza del vientre) para impartir clases y realizar presentaciones en varios puntos de la capital de España, ejecutando interpretaciones en salones culturales mucho, pero mucho antes de que llegara a nuestras vidas el Covid-19.

Nos asegura, por el alto porcentaje de impuestos que  allí se paga a quien tiene negocio propio, que tuvo que dejar el local  que tenía en Madrid, donde albergaba unas treinta alumnas para optar por un espacio más chico, no obstante, a raíz del aislamiento por la pandemia, que todos sabemos, imparte clases Online, donde, poco a  poco, la gente ha ido respondiendo, sin dejar de considerar que España  atraviesa por un crítico momento  económico. Lo cual es noticia que, también atañe a otras partes del mundo, tan desarrollados como Europa que atraviesan por lo mismo.

Comprometida con el medio ambiente

En estos momentos es ayudante de veterinaria porque hizo un curso, tiene una cuenta en Instagram donde ofrece sus servicios a personas que tienen que viajar y no saben con quién dejar sus mascotas, y ella, como cuidadora de gatos, los baña, vacuna y si están enfermos, los medica y alimenta adecuadamente, aclarando, nosotros, que este no es un servicio gratuito (Cuido tu gato, nombre de la cuenta).

Lleva una ardua lucha por el respecto de la vida animal.

Como es una mujer que, preferiblemente, catalogaríamos   ser de inagotable energía, Doris trabaja, conjuntamente con varias fundaciones, santuarios, que se encargan de proteger la vida animal y levantar la voz para que frenen las matanzas y los abusos que, generalmente se comenten contra gatos, perros, gallinas, aves exóticas, vacas, cerdos y toros que por una razón u otra han sido abandonados a su suerte o tomados en cautiverio. La mayoría están enfermos por el hacinamiento en que fueron criados, y eso es lo que la gente consume al momento de comer la carne de aves, de vaca o ternera, cerdos cuando son sacrificados:

“La ganadería por sí sola emite entre un 18 % del gas invernadero que emite el transporte en todo el planeta, también, consume el 8 % de los recursos hídricos, el 37 % de los plaguicidas y el 50% de los antibióticos. Además, no existe la carne ecológica, las mismas vacas y cerdos contribuyen al aumento del metano y los nitritos en nuestro ecosistema. Desde que deje, hace seis años, de consumir carne mi salud mejoró. Reconozco que lo hice por convicción, por conciencia, tratando de ser coherente con lo que mentalmente siento, digo y hago en la práctica, no por estética o salud, aunque los beneficios llegaron: mi calidad de vida es otra, tengo mis niveles de colesterol controlados, soy una mujer más activa”.

Desde la óptica general, la mayoría de las personas podrían ver esta labor, de rescatar animales indefensos, alimentar a grandes colonias de gatos, como un pasatiempo o añadir alguna acción curiosa a sus esquemas de vida. Sin embargo, el asunto no es tan simple, ni sencillo, puesto que implica esfuerzo físico, atención, respeto y abnegación, sacrificios con cada animal que es rescatado y posteriormente atendido.

Doris ovalle trabajó como redactora del periódico Hoy varios años.

No obstante, señala, que esas fundaciones protectoras, en la actualidad, no la están pasando bien producto del primer confinamiento por el virus, donde se pudo registrar un aumento de gatos, las hembras se reproducen muy rápido y los refugios están demasiado saturados, sin recursos. En estos momentos no pueden hacer mucho, solo intercambiar información y fotos de los gatitos pequeños que han perdido a sus madres para implorar que aparezcan familias que quieran colaborar con adopciones.

Doris Ovalle persiste en su lucha que ya no es tan “quijotesca”, levantando cada día su puño para escribir a través de las redes sociales, aquello tan mezquino que le hacemos a nuestro planeta, que también relaciona con la venta y consumo de carne:

Desde que estoy en Europa,  me he hecho más consiente de todo lo que sufren los animales, he participado en innumerables manifestaciones  entre ellas contra la matanza del lobo, la tauromaquia, ( lidiar con toros) las gallinas enjauladas, el uso de pieles, el asesinato de perros y gatos y me llena de coraje a seguir con mi lucha el hecho de ver a personas dejar sus propios cueros  en librar batallas que en algún momento darán parcialmente resultados, pues cada día se suman más las nuevas generaciones con conciencia de respetar y cuidar a nuestro seres vivos y de lo que representa la supervivencia  en nuestro planeta, atropellado por la deforestación, la contaminación de nuestros mares y ríos por desechos tóxicos  y  los incendios forestales, producto del cambio climático. Reclamos por los que he sido objeto de amenazas y palabras hirientes en mi página de Facebook de parte de aquellos que ven, por ejemplo, las corridas de toros en las fiestas de San Fermín (Pamplona) como una costumbre arraigada que identifica al español. Yo espero pronto que este tipo de prácticas cese, no pierdo las esperanzas”.

Con el contenido teórico de que dispongo, tan bien explícito, el que deja al descubierto el pensar de Doris Ovalle, podría llenar páginas hablando de temas interesantísimos, como lo es su parecer sobre el gobierno naciente de Luis Abinader y su decepción de todos los sistemas presidenciales fallidos

De los periodistas desalmados, que cobran prebendas por debajo de la mesa, para embellecer la moral de funcionarios corruptos. De su preocupación por los niveles de criminalidad que experimenta a diario la población comunitaria, vandalismo, sicariato, de eso siente horror.  Aún le preocupa el dolor de su país, los sensibles e indefensos que son los más pobres de los pobres.

En lo personal, no siente temor a la muerte (tuvo un episodio cercano a ella) le aterra que sus gatos queden desamparados si ella faltase, sin la calidad de vida a la que están acostumbrados. Pero eso es algo que entendemos corresponde al destino, mientras tanto, vive cada centímetro del presente, rodeada de planes y actividades.

En ese sentido, nos habla de tres retos en proyección: volver al periodismo de forma digital, donde pueda asegurar su libertad de expresión, aprender sobre el marketing en redes sociales y aventurarse con otros idiomas, árabe, además del inglés e italiano que aún practica.

Ella siempre parece dispuesta a hacer cosas que formen parte de su personalidad versátil e intrépida.  Está claro que Doris Ovalle es una caja china, imparable. Con quien espero juntarme alguna vez, tomarnos un té helado en medio de una placita, aquí, en nuestro país de palmeras y sol, y ponernos al día, hablar, que se yo, de los nombres criollos que utilizo para mis gatos traviesos: Cucho, Rubito, Enerolisa, Lucio, Masita y Priscila, o de alguna telenovela boba, de esas, brasileñas, estoy segura que, a tal petición, no pondrá en sus labios la negativa, nunca, jamás.

Share.

About Author

Comments are closed.