Reapertura del Museo de las Atarazanas Reales suma cultura e historia al ya rico entorno de la Ciudad Colonial

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Santo Domingo. – Quedó formalmente abierto al público el Museo de las Atarazanas Reales, ubicado en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, y que celosamente guarda entre sus paredes milenarias la única colección en el mundo procedentes de una docena de naufragios históricos, ocurrido en aguas del litoral caribeño entre los siglos XV y XIX.

Desde marzo del año 2020, el museo, que fue remozado con una inversión de 2.6 millones de dólares, permanecía cerrado en cumplimiento de las medidas de cierre de los museos y espacios artísticos dispuestas por el gobierno dominicano, como parte del protocolo de prevención del covid-19. Ayer el museo reabrió sus puertas en un acto encabezado por la ministra de Cultura, Carmen Heredia y acompañada de por Mónica Gutiérrez Fiallo, directora del Museo, Carlos Andújar, director general de Museos y varias personalidades ligadas al mundo de la cultura.

Heredia resaltó el valor histórico del recinto enclavado en el corazón de la ciudad colonial y visitados, hasta que inició la pandemia, por miles de turistas nacionales y extranjeros. Tanto el edificio, como las joyas y hallazgo histórico que alberga es de interés para el turismo amante de la historia y la cultura.

La Atarazana, guarda un sinnúmero de historias sobre los naufragios acontecidos desde el siglo XV hasta el siglo XIX. “Visitarlo implica revivir una de las tantas travesías que forman parte importante de nuestra memoria colectiva.

La Atarazana, guarda un sinnúmero de historias sobre los naufragios acontecidos desde el siglo XV hasta el siglo XIX. “Visitarlo implica revivir una de las tantas travesías que forman parte importante de nuestra memoria colectiva. Tanto su edificación colonial como cada una de las 1,400 piezas restauradas que en su interior se exhiben, hacen de las Atarazanas Reales un centro histórico y cultural único, y de un valor extraordinario”, resaltó la titular de Cultura. La titular de Cultura.

Mónica Gutiérrez, quien dirigirá en lo adelante el museo, expresó que el histórico edificio colonial, que también guarda una amplia exhibición de piezas y elementos arqueológicos subacuáticos, encontrados en los litorales de la isla La Hispaniola entre los siglos XVI y XX, viene a sumarse a la gran oferta museística que se ofrece en la República Dominicana para el disfrute de los presentes y los que nos visitan.

La funcionaria destacó que a la colección se han incorporado importantes piezas, como dos cadenas de oro, rescatadas de la nao Nuestra Señora de la Concepción, embarcación que naufragó en octubre del 1641, así como el mango de un bastón de marfil con incrustaciones de piedras preciosas. A partir de ahora el público podrá disfrutar de novedades históricas inéditas, que refuerzan la oferta cultural de la emblemática Ciudad Colonial, con la integración al circuito de uno de los museos más modernos del país.

El Museo de las Atarazanas Reales (MAR) expone interesantes hallazgos de bienes procedentes del fondo marino dominicano, agregando calidad a la oferta turístico-museográfica de este país.

El Museo de las Atarazanas Reales (MAR) expone interesantes hallazgos de bienes procedentes del fondo marino dominicano, agregando calidad a la oferta turístico-museográfica de este país.

La magia no solo impregna su colección, sino su propia ubicación, ya que el museo se encuentra emplazado en las antiguas Atarazanas Reales, un edificio de gran valor patrimonial, con vocación marítima y comercial, que data del siglo XVI. En la época colonial este edificio fue utilizado como astillero y posteriormente como el primer almacén de puerto de la Corona española en la región del Caribe.

Significado histórico

El museo representa la valoración del destacado papel del territorio y la cultura dominicana en el desarrollo de la historia de la humanidad. Constituye un escenario del encuentro entre dos mundos y de la consolidación de la expansión global de la navegación oceánica.

Los visitantes tendrán la oportunidad de sumergirse en los testimonios de los objetos que pertenecieron a infortunados viajeros españoles, franceses, ingleses y holandeses que a lo largo de cinco siglos ofrendaron naves y vidas a la aventura de la conquista de las tierras fantásticas que se inscribían desde el primer viaje de Colón, en los mapas que registraban la nueva configuración del mundo.

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